Desde el mismo momento en que comenzamos a organizar la boda tenemos que precisar cómo queremos que sea la recepción. En la mayoría de los casos, el presupuesto con el que contamos es lo que determina nuestra decisión final.
Al buscar el lugar donde deseamos hacer la recepción debemos tener en cuenta qué comida vamos a ofrecer y cómo es que queremos servirla. Tenemos tres opciones: Un cóctel o brindis, un buffet y una cena plateada o servida.
La idea de una mesa alargada donde todos se sientan alrededor de ella sólo es factible en una recepción muy familiar e íntima. Lo más generalizado es que en el salón se ubiquen mesas individuales, redondas o cuadradas, para seis, ocho o diez personas.
Lo acostumbrado es que los novios y sus padres reciban a los invitados en la entrada del lugar. Esta línea de recibo es una vieja costumbre de cuando se hacía necesario presentar el resto de las dos familias y los amigos.
La recepción es una fiesta que comienza cuando hacemos nuestra entrada al lugar con nuestro esposo. Hoy en día, el antiguo levantar de copas ha ido dando paso a un simple, pero muy emotivo agradecimiento de parte de los recién casados a todos los presentes.
La boda civil es el momento en que ante la ley nos convertimos en marido y mujer. Un momento así requiere de una celebración. No por que sea algo pequeño y sencillo, este momento dejará de ser algo muy significativo para nuestras vidas.
Elegir el menú es una tarea que debemos realizar al mismo tiempo que decidimos el lugar donde realizaremos la celebración. Es algo que no debemos descuidar porque de ello dependerá que los invitados se sientan satisfechos y valoren nuestra buena preferencia.